martes, 30 de octubre de 2007

EL RETORNO V

Pero sabemos que la política como la historia son cíclicas y dan revanchas y el tiempo es el único que va a demostrar que nosotros los que defendíamos a Alberto Fujimori teníamos la razón. Ahora Keiko se aleja y asciende por la escalinata del nuevo puente peatonal enclavado frente al Coco Chavez, y yo creo mas que nunca en los ángeles protectores y guardianes. La escoltan una caravana de incansables Fujimoristas que perfilan la silueta del horizonte al atardecer. La princesa Sofía se detiene, nos ilumina con su sonrisa, levanta la mano, se despide agradecida -por nada- pienso yo, gracias a ti por ser autentica y por defender a tu padre con uñas y dientes como también nosotros estamos dispuestos a defenderlo.

EL RETORNO IV

La verdadera gente del pueblo, la expresión exultante de la democracia, los verdaderos testigos de lo imborrable -algunos ingenuos todavía creen que se puede tapar el sol con un dedo- del presidente que cambio el rumbo de este país, que el actual gobernante Garcia había sepultado en la mas absoluta miseria. Del presidente que derroto al terrorismo que parecía inderrotable porque en diez años de partidocracia no se habían digitado políticas para contener su expansión. Del presidente que reinsertó al Perú en el mundo financiero donde no valíamos un centavo. Ahora regresa e irracionalmente lo juzgan; lo injurian y calumnian mancillando su honor, menoscabando la prolífica gestión que realizo en los 90.
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lunes, 22 de octubre de 2007

EL RETORNO III

Señoras amas de casa que gritaban con la voz fracturada y con lágrimas en los ojos que entregarían su vida si fuese necesario contal de que se haga justicia. Señoras a quienes nadie le dio un céntimo para que estén presentes esa tarde clamando a rabiar justicia y libertad para nuestro presidente. Ancianos que yo vi caminar a paso lento kilómetros, haciendo un sacrificio casi heroico por llegar a respaldar con el ultimo cartucho de la esperanza a su líder. Discapacitados que me acompañaron en mi penitencia de casi cinco kilómetros a pie desde Carmen de la legua - otro distrito que creció como la espuma en la década del 90 con la repercusión del crecimiento de toda la nación - Jóvenes y niños, todos estacionados desde la mañana hasta casi el anochecer cantando arengas por nuestro ex-presidente, escoltados por la gelidez maléfica del invierno que se parecía al color de la injusticia.

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miércoles, 17 de octubre de 2007

EL RETORNO II

Vigilantes vicarios de una veneración indecible, con miles de señales naranjas y alegóricas como armas sagradas de un batallón en pie de lucha. Con sentimientos encontrados de penas y alegrías; afligidos por sentir la injusticia en carne viva de como pretenden juzgar al que fue el mejor presidente de la historia de nuestro país y de como otros que hicieron tanto daño ahora se están regodeando en las gollerías del falso poder. Pero a la vez regocijados, felices y optimistas de saber que gracias a Dios todavía hay mucha gente ( 54%) que no se deja influenciar ni manipular por la prostituida prensa digitada por la partidocracia y por este gobierno anodino, protervo y vengativo, y que siguen estoicos e inexorables en su respaldo a Fujimori.
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martes, 16 de octubre de 2007

EL RETORNO I

todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia el
Cesar Vallejo

Los mariachis aparecieron como un sortilegio en medio de la multitud, pintorescos como luminarias refulgentes que coloreaban la tarde gris de finales de septiembre.
"y volver, volver, volver" cantaban con un sentimiento inusual, como de complicidad oculta, que transmitía hacia nosotros una nostalgia extraña, incomprensible. El pueblo Fujimorista coreaba y el coro se hacia conmovedor porque los corazones se henchían de emoción justo cuando el antonov que traía a Alberto Fujimori atravesaba el mar anaranjado que habíamos formado los seguidores del conspicuo ex-presidente, instalados en los extramuros del aeropuerto Jorge Chavez. Porsupuesto que no lo supimos en ese momento pero seguro que el chino nos vio desde la bóveda celeste asomado por la claraboya del avión, como yacíamos estacionados a la espera de su arribo con los brazos estirados en señal de apoyo incondicional y eterno, con la enjundia en el pecho.
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