todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia el
Cesar Vallejo
Los mariachis aparecieron como un sortilegio en medio de la multitud, pintorescos como luminarias refulgentes que coloreaban la tarde gris de finales de septiembre.
"y volver, volver, volver" cantaban con un sentimiento inusual, como de complicidad oculta, que transmitía hacia nosotros una nostalgia extraña, incomprensible. El pueblo Fujimorista coreaba y el coro se hacia conmovedor porque los corazones se henchían de emoción justo cuando el antonov que traía a Alberto Fujimori atravesaba el mar anaranjado que habíamos formado los seguidores del conspicuo ex-presidente, instalados en los extramuros del aeropuerto Jorge Chavez. Porsupuesto que no lo supimos en ese momento pero seguro que el chino nos vio desde la bóveda celeste asomado por la claraboya del avión, como yacíamos estacionados a la espera de su arribo con los brazos estirados en señal de apoyo incondicional y eterno, con la enjundia en el pecho.
continua
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