Señoras amas de casa que gritaban con la voz fracturada y con lágrimas en los ojos que entregarían su vida si fuese necesario contal de que se haga justicia. Señoras a quienes nadie le dio un céntimo para que estén presentes esa tarde clamando a rabiar justicia y libertad para nuestro presidente. Ancianos que yo vi caminar a paso lento kilómetros, haciendo un sacrificio casi heroico por llegar a respaldar con el ultimo cartucho de la esperanza a su líder. Discapacitados que me acompañaron en mi penitencia de casi cinco kilómetros a pie desde Carmen de la legua - otro distrito que creció como la espuma en la década del 90 con la repercusión del crecimiento de toda la nación - Jóvenes y niños, todos estacionados desde la mañana hasta casi el anochecer cantando arengas por nuestro ex-presidente, escoltados por la gelidez maléfica del invierno que se parecía al color de la injusticia.
continua
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