martes, 20 de noviembre de 2007

EL CHINO ES UN GUERRERO

Keiko lo sabia, nosotros también, por eso nos quedamos hasta el final, hasta el momento en que todos prendimos nuestras velas en señal de vigilia y como una metáfora de la esperanza, que renacía entre llamitas fulgurantes y una lágrima que se escapaba en medio de la penumbra. Nada mas simbólico en la historia de un país herido, de una nación fracturada y dividida por culpa del odio personal de unos cuantos.

El Fujimovil se fue alejando de mi vista como un carruaje de primavera, transportando a la reina Sofía, a lo lejos creí presagiar la calma y la tranquilidad del chino en el cautiverio de los conspicuos, navegando como un poeta de la historia de los sueños interminables. Alberto Fujimori estaría siempre allí, como un maestro dispuesto a enseñar el conocimiento a sus discípulos, a los que siempre vamos a estar poniendo las manos y la vida entera al fuego por el, porqué el nos enseño el camino y nos devolvió la esperanza, que ahora casi volvemos a perder sino fuera porque el chino todavía esta entre nosotros, encabezando esta nueva marcha.

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